Hoy ha sido un día maravilloso. Hice un buen trabajo y mi jefe me felicitó a través de un correo electrónico, me preparo para recibir una linda navidad porque visitaré a mi familia; nada podría ir mejor.
Decidí salir a comer un rico pastel de chocolate, merezco darme ese gustito, estoy en la puerta de una lujosa cafetería, me senté frente a la ventana donde puedo ver la fila de tortas, pasteles, galletas y demás delicias que engordan pero que nos hacen felices.
A través del cristal puedo ver unos ojitos saltones, mirando fijamente la ventana… me estiro un poco y es un niño de unos 5 años que mira fijamente el mostrador y luego su mirada se cruza con la mía, me da tanta ternura. Llamo al niño y se me acerca temeroso, el mozo también se acerca y me pregunta si el niño me está importunando -¿cómo podría hacerlo?- Le respondí y el mozo se retiró.
Me sentí conmovida y decidí acompañarlo, cuando estaba cerca a la mujer, el niño soltó mi mano y desapareció entre la gente, me asusté un poco pero tomé valor y fui a a ver a la mujer. Efectivamente, era una mujer joven que estaba embarazada, algo me decía que ella no estaba bien, la notaba pálida. Le dije que había acompañado a su hijo a verla y ante mi asombro ella dijo -¿hijo? Señora yo no tengo hijo, este es el primero; luego hizo un silencio breve y me relató que tuvo hace 5 años un niño pero que había fallecido por una enfermedad.
Debo decir que me quedé asombrada ¿Cómo era posible? Le di las descripciones del pequeño y la señora empezó a llorar confirmando que efectivamente así había sido su pequeño.
Me contó entre lágrimas que se llamaba Cristina, que habían huido de su tierra natal para buscar un mejor futro pero le fue muy difícil, sobre todo porque en el viaje les robaron todo y no conocía a nadie, el niño enfermó, los médicos no pudieron hacer nada y simplemente un día murió en brazos de su madre. Ella recuerda que el niño le dijo antes de morir que siempre la iba a cuidar.
La mujer se desmayó en mis brazos, no supe que hacer, traté de buscar entre sus pocas pertenencias algún documento pero no hallé nada.
La llevé al médico y un buen hombre que por allí pasaba me ayudó. En el hospital la atendieron muy bien, ella estaba cansada y con anemia… al cabo de 4 horas reaccionó, me agradeció mucho y le pregunté por algún familiar. Me dijo que no tenía a nadie y que el padre de sus hijos simplemente la dejó y se casó con otra mujer.
Tenía tantos sentimientos encontrados, ella estaba segura que era su hijo quien me había guiado esa noche. Después de hacer algunas llamadas, como un milagro del cielo una de mis amigas me dijo que necesitaba una persona que la ayudara en la empresa que pensaba emprender en su casa, le expliqué la situación y ella aceptó gustosa ayudarme, darle alojamiento y trabajo a Cristina.
Ya se imaginarán como fue todo el proceso de recuperación, de apoyarla y que se adapte con mi amiga Adela. Todo fue tan rápido entre nosotras que no hubo tiempo para recordar nada más de esa noche.
Volví a ver esos ojos hermosos, no tuve miedo, bajé del auto y me acerqué. Él solo dijo -“gracias”-, yo le sonreí
y le dije -ve en paz pequeño, todo estará bien- y él respondió -lo sé-. y en un parpadeo solo desapareció.
Y yo sólo pude llorar, era una mezcla de tristeza, de pena, de alegría, sentimientos encontrados hacia todas aquellas personas que viven desprotegidas en las calles.
Y yo sólo pude llorar, era una mezcla de tristeza, de pena, de alegría, sentimientos encontrados hacia todas aquellas personas que viven desprotegidas en las calles.
Al sentirme mejor,
retomé la pequeña ruta y me recibió Cristina, al ver mi rostro me preguntó -¿volviste
a ver a mi hijo verdad?- Mi hijo querido,
él me cuidará siempre, lo he vito a través de la ventana, sus ojos me decían
que todo estará bien ahora- y le dije: -sólo me agradeció, él ya no volverá más, pero vive en tu corazón de madre y en el mío-.
Al llegar Adele se
lo contamos todo e hicimos una oración de agradecimiento por las
bendiciones y la vida que tenemos.
A mi amiga Adele le
va muy bien con su empresa, Cristina poco a poco se recupera, trabaja y estudia; su hija crece sana y hermosa.
Y yo, debo confesar
que mi vida cambió mucho desde aquel día en la pastelería, ahora valoro y agradezco mucho más cada día.
Autora: María Karla Becerra Cabanillas
Escrito en el año 2014
Imágenes utilizada de:
- https://es.123rf.com/photo_10120624_ilustraci%C3%B3n-de-una-mujer-que-compra-el-pastel-en-una-tienda-de-panader%C3%ADa.html
- https://es.123rf.com/clipart-vectorizado/hombre_comiendo_pastel.html
- https://www.istockphoto.com/es/vector/una-joven-embarazada-camina-por-el-parque-caminando-por-la-calle-el-concepto-de-gm1308557559-398501659
- https://www.freepik.es/vector-premium/mujer-joven-hablando-nino-lindo-conversando-burbujas-discurso_77332995.htm
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