martes, 12 de noviembre de 2024

RELATO CORTO: EL BARQUITO DE LOS SUEÑOS

Lo que más le gustaba a Daniel en las vacaciones era visitar a sus abuelos. Ellos vivían en Huamachuco, pero cuando Daniel llegaba de visita, lo llevaban a una casa de campo ubicada en el centro poblado La Colpa.

Daniel toleraba muy bien el viaje de 5 horas, el abuelo era muy cuidadoso al manejar y Daniel se entretenía con los hermosos paisajes tomaba fotos, grababa videos, hacía muchas preguntas y parecía que sus abuelos tenían respuesta para todo.

En La Colpa, sus abuelos tenían una casa grande con tierras fértiles en las que cosechaban papas, ocas y ollucos; un pequeño huerto donde sembraban algunas frutas y verduras para consumo familiar.
Daniel quedaba encantado los primeros días, parecía que le faltaban ojitos para ver tanta belleza, manos para aprender a cosechar y horas para jugar, comer y dormir.
Cerca a la parte posterior de la casa había un pequeño arroyo, el agua subía o bajaba de acuerdo a las lluvias, pero no era peligroso. A Daniel le gustaba ir a jugar y remojar los pies, tirar piedritas y dejar volar su imaginación.

Cierto día, su abuelo lo observaba a lo lejos; ellos realizaban muchas actividades, pero, se percató que no jugaban juntos, solo Daniel jugaba y su abuelo o lo miraba, o se dedicaba a descansar, o hacer las labores de la casa que le encargaba su abuela.
A la hora de la cena, Daniel se sorprendió al ver sobre la mesa hojas de papel blancas y de colores. Su abuelo le dijo que le enseñaría a hacer origami, empezarían con barquitos de papel para que pudieran jugar en el arroyo. No es que Daniel no tuviera juguetes, pero cuando estaba en el campo se olvidaba de los juguetes y la tecnología dedicándose solo a la naturaleza y a fortalecer todo su cuerpo.

Primero le fue complicado entender los dobleces que formarían los barcos, pero poco a poco logró hacer uno, dos, tres, cuatro… muchos barcos, tantos que el abuelo tuvo que mandarlo a dormir o toda la sala terminaría llena de barcos de papel.

Al día siguiente, fueron juntos al arroyo, los primeros barcos no lograban flotar hasta que poco a poco fue cogiendo el truco y los barquitos empezaron a flotar ¡qué felicidad sentía Daniel!
El abuelo también le dijo que, cada vez que tuviera algún deseo escribiera en un papel y lo colocara dentro del barco y lo deje ir. Seguro, se cumplía su deseo porque eso le enseñó su padre y hasta ahora, sus deseos se habían cumplido, pero para ello debe tener fe, ser una buena persona, esforzarse mucho y estudiar.

Daniel se quedó pensando largo rato y preguntó a su abuelo -¿puedo pedir cualquier cosa abuelito?-, -naturalmente sí Danielito- respondió su abuelo. Entonces Daniel escribió en un papel y mandó uno de los barquitos, - ¿quieres que te diga qué pedí abuelito? - preguntó Daniel, el abuelo le respondió: -solo si quieres, los deseos son personales-, te lo voy a decir abuelo:- pedí que tú y mi abuela vivan más de 200 años para poder venir a este lugar siempre, siempre- Su abuelo soltó a reír a carcajadas y le explicó a Daniel que eso era imposible pues las personas tenían un ciclo de vida, pero que él podría venir siempre a ese lugar con sus hijos y algún día con sus nietos y enseñarles a hacer los barquitos de papel y el secreto de los deseos-

Daniel se entristeció un poco y abrazó a su abuelo diciendo: -gracias abuelito, siempre son mis mejores vacaciones las que paso en tu casa y disfruto las cosas nuevas que me enseñas, te prometo ser bueno como tú-; al abuelo le enternecieron aquellas palabras y lo abrazo, los guardó y atesoró en su memoria y corazón pues sabía que con el tiempo y la edad, Daniel dejaría de ir en vacaciones porque los niños crecen y sus intereses cambian.

Pasaron los años y lo inevitable pasó, los abuelos fallecieron y por muchos años Daniel no quería volver a La Colpa porque le recordaba su infancia y parte de su adolescencia, se sentía triste pues recordaba a sus abuelos y todos los buenos momentos que pasaron juntos. 
Siempre buscaba algún pretexto y no iba de viaje junto con la familia hasta que fue padre y la madurez de la edad lo hicieron procesar el dolor y quiso que su hijo conociera y viviera toda la belleza del viaje, y sobre todo, enseñarle a hacer los barquitos de papel y pedir los deseos.

Daniel volvió a La Colpa, la casa seguía allí, el pequeño arroyo seguía allí y de alguna manera, la presencia de sus abuelos seguía con él… esta vez, era él. el que enseñó a su hijo a hacer barquitos de papel y fueron juntos a jugar y soltarlos en el arroyo, pero esta vez Daniel agregó algo más, ya no solo eran deseos sino también agradecimientos.

Su hijo soltó su primer barquito y le preguntó a papá -¿quieres saber qué escribí papi?- Daniel respondió: -sólo si deseas- el niño dijo: .-que vivas más de 100 años para que siempre visitemos este lugar- Daniel soltó una gran carcajada y abrazó fuerte a su hijo recordando a su abuelo. Ahora le tocaba a él soltar su barquito y en el decía: “gracias abuelo, sí sé cumplió mi deseo, vivirás 100 años en mi corazón y en el corazón de mis hijos” y tomando de la mano a su hijo se alejaron del arroyo, rumbo a la casa, a cenar con toda la familia.

Historia inédita, escritora: María Karla Becerra Cabanillas
Escrito en el año 2024.

Imágenes generadas por IA.

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