domingo, 8 de diciembre de 2024

RELATO CORTO: UN LUGAR SOÑADO

Kiara y Jenifer eran amigas desde muy pequeñas. Se conocieron en el nido al coger el mismo ábaco. Ninguna peleó; simplemente se miraron, sonrieron y jugaron con las bolitas de colores.
Desde ese día, desarrollaron una gran afinidad. A pesar de estudiar en colegios distintos, su amistad creció y se fortaleció con los años.

Solían reunirse en casa de Jenifer y soñaban con viajar, recorrer el mundo para conocer, explorar y, ¿por qué no?, enamorarse de algún lugareño.
Tenían un mapa donde marcaban sus destinos favoritos y siempre discutían sobre cuál sería el primero. Esas riñas, sin embargo, no duraban mucho: un par de caramelos o chocolates, cuidadosamente escondidos en el velador de Jenifer, bastaban para apaciguar cualquier desacuerdo y terminaban riendo, porque, al final, no importaba por dónde empezaran, siempre lo harían juntas.
Ambas llevaban una cadenita de plata con un colgante en forma de ábaco, recuerdo del día en que se conocieron. Fue un regalo que sus padres les dieron una Navidad que pasaron juntas, cuando tenían quince años.

Al terminar la universidad y conseguir sus primeros trabajos, comenzaron a ahorrar cada moneda y billete con el firme objetivo de viajar. Se imaginaban recostadas sobre un suave césped, rodeadas de árboles, mirando montañas, oliendo flores, respirando aire puro, riendo, conversando, soñando y, por supuesto, brindando con vino.
Sin embargo, la repentina muerte de los padres de Kiara pospuso el esperado viaje. Jenifer, como una verdadera hermana, no la dejó sola. La acompañó en su duelo y esperó pacientemente hasta que ambas estuvieran emocionalmente listas para aventurarse por el mundo. A pesar del dolor, Kiara sabía que necesitaba viajar; su papá siempre la había animado a seguir sus sueños.

Finalmente llegó el día. Su primer destino sería la bella Suiza. Habían investigado la mejor temporada para ir y planificado todo: hospedaje, lugares turísticos, restaurantes y otros sitios por descubrir.
Su llegada a Suiza fue un sueño hecho realidad. La emoción desbordaba sus corazones, que latían como si miles de caballos galoparan a la vez. Al llegar al hotel, no pudieron resistir la tentación de saltar en la cama como niñas. Tanto brincaron que sábanas, cobijas y almohadas acabaron en el suelo, mientras ellas reían con la felicidad absoluta que da cumplir un sueño, sobre todo cuando se comparte con alguien especial.
Agotadas por el viaje y la emoción del momento, se durmieron profundamente tras la cena, soñando con las maravillas que les esperaban al día siguiente.

Por la mañana visitaron los Alpes, un paisaje idílico que superó sus expectativas. Había infinitos tonos de verde en las montañas, árboles de formas diversas, flores de colores y tamaños únicos, y pequeños senderos que invitaban a ser explorados. Finalmente, se recostaron sobre el césped, sintieron el calor del sol en sus rostros, cerraron los ojos y respiraron profundamente. El aire olía a naturaleza, a sueños cumplidos, a amistad y a recuerdos. Por supuesto, no faltó el vino para brindar por la vida, por los padres de Kiara y por ellas mismas.
El viaje les regaló paisajes aún más hermosos, llenos de colores. Tomaron tantas fotos y grabaron tantos videos como pudieron para capturar cada momento. Aunque los olores, las emociones y la calidez del lugar eran imposibles de inmortalizar, intentaron describir con palabras lo que sentían, porque lo que alguna vez imaginaron de niñas, ahora lo vivían con plenitud.


De regreso a casa, comenzaron a planificar su próximo viaje. Sin embargo, este se pospuso tres años, pues Jenifer enfermó gravemente. Kiara estuvo a su lado en cada paso, cada procedimiento y cada intervención. No importaba cuánto tiempo tuvieran que esperar: sabían que su próximo viaje sería incluso mejor que el primero.
El destino elegido fue Grecia. Cuando finalmente lograron ir, repitieron su tradición: saltar en la cama hasta que todo terminara en el suelo, incluida la sábana. Así como la naturaleza renace cada día, ellas también renacían con cada prueba. Estaban listas para seguir explorando, descubriendo el mundo y, ¿por qué no?, enamorarse de algún lugareño.

Escritora: María Karla Becerra Cabanillas
Escrito en el año 2004.

Imágenes generadas por IA

2 comentarios:

  1. Linda historia, viajar, conocer nuevos lugares y con bellas amistades...lo máximo

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  2. Felicitaciones Karlita, una bella historia, que a todos nos gustaría tener. Un gran abrazo.

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