jueves, 20 de febrero de 2025

RELATO CORTO: MÍA EN BLANCO Y NEGRO

Ojalá fluyera como este riachuelo: avanzar y solo avanzar a pesar de las piedras que se interponen en el camino.
Eso pensaba Mía al coger una piedra, sentir la pequeña corriente y el agua fría bajo sus pies y manos.
Mía llevaba toda la mañana caminando por el bosque, sintiendo el frío en su rostro y escuchando únicamente el sonido de sus pisadas en medio de tanto silencio. Solo caminaba y caminaba, tratando de no pensar; quería escapar, olvidar, desconectarse de todo y de todos, de su pasado, de su presente y de los problemas que la agobiaban. Entonces, se encontró con aquel riachuelo y, como si buscara redención, algún tipo de milagro o magia, se quitó las zapatillas y las medias, y caminó entre las piedras hasta llegar al centro del riachuelo. Allí cogió una piedra y comenzó a jugar con ella, concentrándose únicamente en ese instante.


Empezó a jugar con las piedras, una a una, como si buscara respuestas, pensando en todo y en nada a la vez. Aquel frío día de otoño, Mía se sentía sola. Su corazón latía con tanta fuerza que dolía, sus piernas temblaban y su respiración era agitada. Se sentía agotada mental y emocionalmente.
Esa mañana en particular, todo a su alrededor parecía en blanco y negro (muchos días de su vida los veía así). No podía respirar y solo quería alejarse para desconectarse del mundo y, a la vez, volver a conectar consigo misma, porque se sentía perdida.
Su mente, su alma y su corazón estaban en desorden. Sus sentimientos y pensamientos no coincidían. Empezó a tener ideas extrañas y sintió miedo. No entendía qué le pasaba... Así que, muy temprano en la mañana, salió a caminar, buscando respuestas, tratando de encontrar una señal, una luz al final del camino.

Pero ya en el riachuelo, por más que jugó con las piedras, por más que intentó sentir o pensar en algo más que la soledad, no encontró respuestas, ni milagros, ni magia... nada. Solo vacío y desorden.
Pensó que nada valía la pena, que la vida no tenía sentido. Pensamientos oscuros rodeaban su mente, aunque, en el fondo, quería seguir viviendo. Pero ya no tenía fuerzas. Y lloró. Lloró mucho, tanto que sus lágrimas se fundieron con la corriente del riachuelo y se alejaron con ella.
Nuevamente colocó sus manos en el agua. Ya no la sintió tan fría; estaba más cálida. Se sintió más ligera. Un ventarrón la sacudió un poco, y para ella fue como el tirón de un ángel, como si Dios o el universo le susurraran que estaba viva y que, mientras hay vida, hay esperanza.

Le tomó tiempo reflexionar y valorar su existencia. Permaneció allí, mirando y sintiendo la naturaleza a su alrededor, escuchando atentamente cada sonido: los árboles, el agua, las aves, el viento... Sin darse cuenta, habían pasado muchas horas desde que salió y llevaba el tiempo suficiente en el agua como para notar sus manos y pies arrugados.
Observó nuevamente el riachuelo y las piedras. Esbozó una pequeña sonrisa y se dijo a sí misma: "Debo volver a intentarlo. No me rendiré así de fácil."
Se puso de pie, amarró su cabello, respiró hondo y comenzó a salir poco a poco hasta llegar a la orilla. Aún estaba algo confundida, pero con más valor y fuerza.
Al dar el primer paso para marcharse, sintió dudas. Pensó que aquel era un buen lugar para quedarse un poco más, pero ya era hora de irse. Sin embargo, echó un último vistazo al riachuelo y, una vez más, pensó:
"Ojalá fluyera como este riachuelo: avanzar y solo avanzar a pesar de las piedras que se interponen en el camino."
Escritora: María Karla Becerra Cabanillas
Escrito en el año 2024

Imágenes generadas por IA

2 comentarios:

  1. Excelente relato y reflexión amiga👍👏👏 NO TE RINDAS

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  2. A pesar que la vida nos ponga obstáculos debemos ser optimistas y seguir adelante, pues a pesar de ellos la vida es un regalo muy bello

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