Hace ya casi veintiocho años,
lo vi llegar por vez primera,
entre rimas, libros y leyendas,
entre versos, normas y quimeras.
No guardo fórmulas ni fechas,
ni el dato exacto de la lección,
pero aún vive en mí su huella,
su palabra, su convicción.
Su forma tan única de ser y estar,
sus cartas llenas de inspiración,
su fe en mí, tan adelantada,
a mi propia comprensión.
Me dio alas para imaginar,
libertad para soñar profundo,
creyó en mí sin condiciones,
como pocos en este mundo.
Aún recuerdo su sonrisa viva,
sus bromas llenas de ironía,
y al cerrar los ojos lo escucho,
como si no existiera el día.
Eso es un maestro: el que trasciende,
el que toca más allá del saber,
el que escucha sin juicios ni prisa,
el que enseña a ser y a creer.
Mi querido maestro Enrique Herrera,
usted no partió, no se fue del todo.
Sigue vivo en cada recuerdo,
la semilla que sembró con devoción, germinó.
Porque un maestro así no muere,
solo cambia de estación.
Usted, Enrique, fue semilla
usted, maestro… fue lección.
Este poema está dedicado a mi profesor de comunicación.
Escritora: María Karla Becerra Cabanillas
Escrito en el año 2025
Imágenes generadas por IA
Bonito recuerdo y homenaje al que fue tu maestro en tus primeras años de educación.
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