miércoles, 20 de noviembre de 2024

RELATO CORTO: AMISTAD SIN FRONTERAS

Entre las fronteras de San Gerardo y San Marcelo había un pequeño pueblo rico en vegetación, especialmente de Cacao. Esta era la razón que mantenía la disputa entre ambas ciudades, ya habían enfrentamientos militares porque no se había delimitado formalmente y parecía que a las autoridades no les importaba el sufrimiento de las personas que allí vivían.

Ana y Sara eran enfermeras, amigas desde la infancia, crecieron entre los campos, recogiendo fruta, disfrutando de la naturaleza, incluso fueron a estudiar juntas.
Su más grande sueño era trabajar en hospitales de ciudad. Motivadas por hacer el bien,
atender a personas y disminuir un poco su dolor con la práctica profesional decidieron ser enfermeras.
Sin embargo, había algo que las separaba y era su lugar de
nacimiento, por lo tanto, cuando hicieron el llamado de médicos y enfermeras para acompañar y atender a los heridos en sus respectivas fronteras, ellas fueron separadas de un momento a otro.
Era imposible verse o conversar detrás de unas mallas metálicas puestas temporalmente mientras se definía a quién le pertenecía el pequeño pueblo del cacao. Las rutas de acceso estaban bloqueadas, la comunicación cortada, y los pobladores eran estrictamente vigilados.

Sara y Ana se extrañaban mucho, veían como poco a poco su sueño de trabajar en un gran hospital se esfumaba, ellas ejercían con todo el amor y sabiduría que podían su profesión, atendiendo heridos, acompañando a niños y ancianos, llevando con sus palabras un poco de fe y esperanza, rezando para que esos enfrentamientos cesen pronto porque una disputa de esa magnitud podía terminar en una tragedia más grande.
Pasaban los días y los enfrentamientos se tornaban más peligrosos, ya se contaban muertos de ambos bandos, incendios que afectaban los cultivos. Las autoridades tomaron la desición de reunirse para ver el tema fronterizo, convocar a un armisticio y encontrar una solución diplomática, debido a que la situación se les había escapado de las manos pues los ciudadanos de ambos lados empezaron a reclamar por una pronta solución. El conflicto ya no solo afectaba aquella parte de ambas ciudades sino el comercio elevando precios, la pérdida de familiares, la violencia avanzaba con el pretexto de escacez, los saqueos poco a poco se iban extendiendo.

Ana, en San Gerardo, no tenía descanso. Trataba de apoyar a sus compañeras, haciendo que ellas descansen un poco para recuperar fuerzas. Cada hora llegaban soldados heridos, además, de pobladores quemados y hasta niños con alguna herida de consideración. Los médicos no parecían darse abasto y las enfermeras resultaban también lastimadas pues al no haber muchos soldados, ellas debían acercarse casi a la línea del conflicto y ayudar a retirar a los soldados heridos.

Por su parte, Sara en el otro lado, trabajaba incansablemente no solo curando a los heridos, sino también ayudando a la población a apagar pequeños incendios porque San Marcelo parecía llevarse la peor parte en cuanto a incendios provocados. No sabían cómo pero las llamas aparecían en campos de cultivo, destruyendo cosechas, árboles completos y no tenían ni el personal, ni el agua necesaria para controlar aquel fuego que poco a poco avanzaba.

Pasaron dos meses en esa situación hasta que por fin, tomaron una decisión: el pueblo en disputa pasaría a formar parte oficial de San Gerardo debido a que la fecha de creación eran tan antigua como la misma ciudad, pero la producción de Cacao y sus ganancias se dividirían y un porcentaje menor iría para San Marcelo porque era la ciudad que más consumo tenía de este insumo. No todos estaban contentos con tal solución, pero era lo mejor para el cese del conflicto, los incendios y el retorno a la tranquilidad.

Entre las conversaciones, los decretos, la firma del acuerdo final y la difusión de la información pasaron cerca de tres meses más. Cuando hubo el cese al fuego, se limitó la frontera y poco a poco volvió a respirarse un ambiente de paz entre ambas ciudades. Se reconstruyó prácticamente el pueblo del Cacao, ambas ciudades ayudaron a recuperar las tierras, organizar y mejorar la logística para la siembra, mantenimiento y cosecha.

Sara y Ana no volvieron a verse sino hasta seis meses después. Sara tenía que recuperar su salud y tratar las quemaduras que tenía en brazos y piernas, además de someterse al tratamiento para limpiar sus pulmones. Ana, debió guardar reposo debido a una fractura en el brazo. Sin embargo, ambas ya podían comunicarse, incontables mensajes, anécdotas, lágrimas y sobre todo, vivían con la esperanza de volverse a ver para poder por fin, viajar juntas a cumplir sus sueños.

Una tarde de primavera, en San Marcelo se vio un par de jovencitas correr hasta un parque, cerca de la parada de autobuses, soltar las maletas y mochilas abrazarse, reír y llorar con la emoción que solo da el reencuentro de una gran amistad.
Todavía estaban algo adoloridas, pero su amistad y el reencuentro valían la pena. De aquí en adelante les espera un largo viaje, muchas aventuras y lo mejor es que podrán con todo porque su amistad es más fuerte que cualquier obstáculo.
Ambas subieron al bus, se sentaron juntas y poco a poco se quedaron dormidas, así como el sol descendía para descansar, ellas dormían para comenzar a soñar con un futuro mejor.

Historia inédita, escritora: María Karla Becerra Cabanillas
Escrito en el año 2024.

Imágenes generadas por IA.

sábado, 16 de noviembre de 2024

POEMA: QUÉ PASARÍA SÍ...


¿Qué pasaría sí?
Un día te dieras cuenta que solo piensas en mí,
que me extrañas y no te gusta
que me necesitas y lo niegas.
 
¿Qué pasaría sí?
Me lo dices, lo intentamos
funciona, nos amamos
y los obstáculos superamos.
 
¿Qué pasaría sí?
En un viaje inesperado
matrimonio propusieras
pese a los fracasos del pasado.
 
¿Qué pasaría sí?
Estando en el altar
me dijeras: "siempre fuiste tú"
y yo  dijera: "ya no eres mi peor imposible".

Escritora: María Karla Becerra Cabanillas
Escrito en el año 2024.

Imagen generada por IA.

martes, 12 de noviembre de 2024

RELATO CORTO: EL BARQUITO DE LOS SUEÑOS

Lo que más le gustaba a Daniel en las vacaciones era visitar a sus abuelos. Ellos vivían en Huamachuco, pero cuando Daniel llegaba de visita, lo llevaban a una casa de campo ubicada en el centro poblado La Colpa.

Daniel toleraba muy bien el viaje de 5 horas, el abuelo era muy cuidadoso al manejar y Daniel se entretenía con los hermosos paisajes tomaba fotos, grababa videos, hacía muchas preguntas y parecía que sus abuelos tenían respuesta para todo.

En La Colpa, sus abuelos tenían una casa grande con tierras fértiles en las que cosechaban papas, ocas y ollucos; un pequeño huerto donde sembraban algunas frutas y verduras para consumo familiar.
Daniel quedaba encantado los primeros días, parecía que le faltaban ojitos para ver tanta belleza, manos para aprender a cosechar y horas para jugar, comer y dormir.
Cerca a la parte posterior de la casa había un pequeño arroyo, el agua subía o bajaba de acuerdo a las lluvias, pero no era peligroso. A Daniel le gustaba ir a jugar y remojar los pies, tirar piedritas y dejar volar su imaginación.

Cierto día, su abuelo lo observaba a lo lejos; ellos realizaban muchas actividades, pero, se percató que no jugaban juntos, solo Daniel jugaba y su abuelo o lo miraba, o se dedicaba a descansar, o hacer las labores de la casa que le encargaba su abuela.
A la hora de la cena, Daniel se sorprendió al ver sobre la mesa hojas de papel blancas y de colores. Su abuelo le dijo que le enseñaría a hacer origami, empezarían con barquitos de papel para que pudieran jugar en el arroyo. No es que Daniel no tuviera juguetes, pero cuando estaba en el campo se olvidaba de los juguetes y la tecnología dedicándose solo a la naturaleza y a fortalecer todo su cuerpo.

Primero le fue complicado entender los dobleces que formarían los barcos, pero poco a poco logró hacer uno, dos, tres, cuatro… muchos barcos, tantos que el abuelo tuvo que mandarlo a dormir o toda la sala terminaría llena de barcos de papel.

Al día siguiente, fueron juntos al arroyo, los primeros barcos no lograban flotar hasta que poco a poco fue cogiendo el truco y los barquitos empezaron a flotar ¡qué felicidad sentía Daniel!
El abuelo también le dijo que, cada vez que tuviera algún deseo escribiera en un papel y lo colocara dentro del barco y lo deje ir. Seguro, se cumplía su deseo porque eso le enseñó su padre y hasta ahora, sus deseos se habían cumplido, pero para ello debe tener fe, ser una buena persona, esforzarse mucho y estudiar.

Daniel se quedó pensando largo rato y preguntó a su abuelo -¿puedo pedir cualquier cosa abuelito?-, -naturalmente sí Danielito- respondió su abuelo. Entonces Daniel escribió en un papel y mandó uno de los barquitos, - ¿quieres que te diga qué pedí abuelito? - preguntó Daniel, el abuelo le respondió: -solo si quieres, los deseos son personales-, te lo voy a decir abuelo:- pedí que tú y mi abuela vivan más de 200 años para poder venir a este lugar siempre, siempre- Su abuelo soltó a reír a carcajadas y le explicó a Daniel que eso era imposible pues las personas tenían un ciclo de vida, pero que él podría venir siempre a ese lugar con sus hijos y algún día con sus nietos y enseñarles a hacer los barquitos de papel y el secreto de los deseos-

Daniel se entristeció un poco y abrazó a su abuelo diciendo: -gracias abuelito, siempre son mis mejores vacaciones las que paso en tu casa y disfruto las cosas nuevas que me enseñas, te prometo ser bueno como tú-; al abuelo le enternecieron aquellas palabras y lo abrazo, los guardó y atesoró en su memoria y corazón pues sabía que con el tiempo y la edad, Daniel dejaría de ir en vacaciones porque los niños crecen y sus intereses cambian.

Pasaron los años y lo inevitable pasó, los abuelos fallecieron y por muchos años Daniel no quería volver a La Colpa porque le recordaba su infancia y parte de su adolescencia, se sentía triste pues recordaba a sus abuelos y todos los buenos momentos que pasaron juntos. 
Siempre buscaba algún pretexto y no iba de viaje junto con la familia hasta que fue padre y la madurez de la edad lo hicieron procesar el dolor y quiso que su hijo conociera y viviera toda la belleza del viaje, y sobre todo, enseñarle a hacer los barquitos de papel y pedir los deseos.

Daniel volvió a La Colpa, la casa seguía allí, el pequeño arroyo seguía allí y de alguna manera, la presencia de sus abuelos seguía con él… esta vez, era él. el que enseñó a su hijo a hacer barquitos de papel y fueron juntos a jugar y soltarlos en el arroyo, pero esta vez Daniel agregó algo más, ya no solo eran deseos sino también agradecimientos.

Su hijo soltó su primer barquito y le preguntó a papá -¿quieres saber qué escribí papi?- Daniel respondió: -sólo si deseas- el niño dijo: .-que vivas más de 100 años para que siempre visitemos este lugar- Daniel soltó una gran carcajada y abrazó fuerte a su hijo recordando a su abuelo. Ahora le tocaba a él soltar su barquito y en el decía: “gracias abuelo, sí sé cumplió mi deseo, vivirás 100 años en mi corazón y en el corazón de mis hijos” y tomando de la mano a su hijo se alejaron del arroyo, rumbo a la casa, a cenar con toda la familia.

Historia inédita, escritora: María Karla Becerra Cabanillas
Escrito en el año 2024.

Imágenes generadas por IA.

miércoles, 30 de octubre de 2024

POEMA: NO DIJISTE NADA


Siguiendo un camino
tropecé varias veces contigo
me hice la desentendida
y tú… no dijiste nada
 
Me hablaste de amor
tus palabras eran de consolación
no escuché tu llamada
y tú… no dijiste nada.
 
Me seguías sin rencor
me esperabas con amor
torpemente te rechazaba
y tú… no dijiste nada.
 
El día que empecé a fallar
todos me dieron la espalda
me recogiste y abrazaste
y tú… no me reprochaste nada.

Autora: María Karla Becerra Cabanillas
Escrito en el año 2003

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sábado, 19 de octubre de 2024

POEMA: TE ENCONTRÉ


Un día de verano te encontré,
desde allí contigo soñé
de mi mente no te alejé
creo que de ti me enamoré.
 
¿Sabes? Eres lo mejor que he tenido
lo más lindo que me ha pasado,
un amor realizado
y en el tiempo detenido.
 
Te quiero siempre conmigo
y aunque jamás te lo digo
hoy quiero que sepas
que valió en mi vida la espera.
 
Sé que esto no durará mucho,
sé que te irás pronto de aquí
lo único que te pido mi amor
es que no te olvides de mí.

Autora: María Karla Becerra Cabanillas
Escrito en el año 2001

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lunes, 14 de octubre de 2024

POEMA: ¡CÓMO TE EXTRAÑO!


¡Cómo te extraño!
Estuviste tan poco tiempo a mi lado,
pero fue perfecto
como un eclipse completo.
 
¡Cómo te extraño!
Mi cabello volando y libre
yendo sin rumbo fijo 
cantando fuertemente sin importar nada, ni nadie.
 
¡Cómo te extraño!
Reír, sonreír, bromear, conversar
le robamos meses al tiempo
nos faltaron besos, nos sobraron sueños.
 
¡Cómo te extraño!
La vida sigue, la veo pasar,
pero una parte de mi corazón anhela
una parte de mí, todavía sueña.
 
Nos cruzamos por un momento,
pero quiso el destino que ambos cojamos maletas distintas
nos despidiéramos una tarde soleada
sin adiós, sin hasta luego, solo con una triste mirada.

Autora: María Karla Becerra Cabanillas
Escrito en el año 2023

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viernes, 4 de octubre de 2024

RELATO CORTO: EL VALOR DEL CIELO

Hola, mi nombre es Cielo… mis padres decían que nací en una noche de cielo limpio, sin luna, sin estrellas y que fui un milagro en sus vidas.
Yo tenía un futuro prometedor (mis maestros decían eso), tenía 20 años, tengo padres, 2 hermanos, un cuarto hermoso y tres mejores amigas, todo parece perfecto, pero por caprichos de la vida, ahora no tengo lo más importante: mi cuerpo.
Aun no entiendo qué me pasó o por qué me pasó. Hoy ya no tengo respirador artificial, simplemente no puedo despertar… estoy en coma.

Todos me hablan, a veces creo que pierden las esperanzas porque sus visitas las siento muy espaciadas… hace días una enfermera dijo: pobre chica, ojalá aplicaran la eutanasia en este país, ella no merece sufrir.
Yo los escucho, quisiera decirles que estoy viva, quisiera gritarles que estoy aquí, pero no puedo.Poco a poco vuelvo a recordar, hace algunas horas me cantaron el Feliz Cumpleaños, ¿Cuánto tiempo ha pasado? Mamá dijo que cumplí 21 ayer, eso quiere decir que llevo un año dormida.
Siento cuando me acarician, siento como la medicina va ingresando a mi cuerpo a través del suero, siento cómo sufre mi madre, sobre todo ella… sé que es fuerte pero muchas veces despierto y la escucho llorar, despertar es un decir porque no tengo fuerzas ni para abrir los ojos.

¿Se preguntarán que pasó? Aún lo recuerdo como si fuera ayer.

Salí de casa un poco molesta porque mamá había olvidado comprar unos materiales para mi clase. Caminaba distraída, pensando en las veces que mamá había olvidado comprar las cosas, renegando porque me faltaría tiempo para hacer todo lo que debería; tal vez si hubiera prestado más atención, me hubiera dado cuenta que en la esquina estaban asaltando a una familia, un hombre con su esposa y su pequeño niño que lloraba abrazado a su mamá.
No sé cómo terminé en el centro de todo, los hombres dispararon a quema ropa contra el hombre, la señora gritó, el bebé lloraba, la policía llegó y uno de los hombres me cogió fuerte, todo sucedió muy rápido.

Parecía que estaba viendo una película de acción, pero esta vez yo era la protagonista… la policía los rodeó, ellos amenazaban con matarme y se decían muchas groserías, nunca sentí tanto miedo en la vida, me vi sola, sin padres, sin nadie… miraba alrededor y sólo veía policías, gente desconocida, el cuerpo del hombre al que habían asesinado hace minutos, el niño llorando y la madre acongojada encima del cuerpo de su esposo.
Todo olía a miedo, a pena, jamás había sentido el olor a pólvora, pero ese día lo pude percibir, ese hombre que maldecía y decía que iba a matarme. Como 15 minutos duró esa agonía, luego me arrastraban hacia un carro, yo traté de liberarme mordiendo al hombre y lo logré, la policía disparó al criminal, pero uno de los compañeros estaba escondido detrás del auto, mi mirada chocó con la suya y dijo: si ellos me quitaron a uno de los míos, yo le quitaré a uno de los suyos y disparó. Sentí una explosión cerca de mí, luego la cabeza me ardía, de pronto el frío me invadió y sentí que caía. Poco a poco todo se iba oscureciendo, nunca más vi la luz, ni supe si era de día o de noche.

Cuando tomé conciencia no podía moverme, no podía hacer o decir nada, tenía un fuerte zumbido, yo supongo que era el sonido de la bala al rozar mi cabeza.
Por algún milagro no he muerto, debo decir que la desesperación se apoderó de mí muchas veces, hasta que poco a poco he logrado ser paciente y saber cuándo es de día o de noche. He sentido muchas manos tocándome, pero sólo una es distinta… la de mi madre.
Esa es la historia, la violencia ha reducido mi vida, recuerdo muchos noticieros y la indiferencia con la que muchas veces vemos las noticias, jamás pensé que me pasaría. ¡qué habrá sido de los criminales, de aquel niño, de aquella madre!
¡Dios mío, cómo me gustaría volver a ver a esa mujer y su hijo, llorar su dolor y decirle que también es el mío!, poder abrazarlas y calmar en algo su sufrimiento.

Ya no tengo miedo morir, sólo quiero pedirle a Dios un día, un día para volver a ver a mi familia, ver el sol, saber qué ha pasado y decirles que aún dormida estuve consciente.
Ya no quiero estar más así, hoy abriré los ojos, para bien o para mal. Hoy los voy a abrir y a vivir, aunque sea solo un segundo nada más.
Percibo una luz, algo molesta mi visión ¿estaré abriendo los ojos? O ¿ya estoy muriendo? ¡Dios mío, he abierto los ojos!, pero estoy sola, ¿dónde está mamá? ¿dónde está la enfermera?, alguien me tiene cogida de la mano, ¡Dios mío! Puedo tocar a alguien… puedo tocar… ¡ES MAMÁ!… ¡ES MAMÁ!… ¡HE DESPERTADO!


Autora: María Karla Becerra Cabanillas
Escrito en el año 2014

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POEMA: MIS CONDICIONES

Te puedo regalar un beso, pero no mi corazón. Te puedo regalar un abrazo, pero no mi regazo.   Te entrego mi cariño, pero no mi amor. Te ent...