Hoy ha sido un día
maravilloso. Hice un buen trabajo y mi
jefe me felicitó a través de un correo electrónico, me preparo para recibir una
linda navidad porque visitaré a mi familia; nada podría ir mejor.
Decidí salir a
comer un rico pastel de chocolate, merezco darme ese gustito, estoy en la puerta
de una lujosa cafetería, me senté frente a la ventana donde puedo ver la fila de tortas, pasteles, galletas y demás
delicias que engordan pero que nos hacen felices.
A través del
cristal puedo ver unos ojitos saltones, mirando fijamente la ventana… me estiro
un poco y es un niño de unos 5 años que mira fijamente el mostrador y luego su
mirada se cruza con la mía, me da tanta ternura. Llamo al niño y se me acerca
temeroso, el mozo también se acerca y me pregunta si el niño me está
importunando -¿cómo podría hacerlo?- Le respondí y el mozo se retiró.
Le pregunto al niño
si desea comer algún postre y me dice que con la cabecita que sí. Nos traen la
orden y el niño me dice que se llama Manuel… es tan calladito. Luego me voy
percatando de lo precaria de su vestimenta, de su delgada figura, de sus manitos
temblorosas y de la poca ropa que llevaba puesta; yo simplemente había visto
esos ojos grandes y hermosos que me miraban.
Conversamos un
poquito y luego envuelve la mitad de su pastel en una servilleta, le pregunto -¿para quién guarda ese pedazo?- Y me dice -para mamá, ella está en la esquina
trabajando- cuando me estaba imaginando lo peor, el niño me indica que vende
caramelitos.
Me sentí conmovida
y decidí acompañarlo, cuando estaba cerca a la mujer, el niño soltó mi mano y desapareció
entre la gente, me asusté un poco pero tomé valor y fui a a ver a la mujer. Efectivamente, era una mujer
joven que estaba embarazada, algo me decía que ella no estaba bien, la notaba
pálida. Le dije que había acompañado a su hijo a verla y ante mi asombro ella
dijo -¿hijo? Señora yo no tengo hijo, este es el primero; luego hizo un silencio breve y me relató que tuvo hace 5 años un niño pero que había fallecido por una enfermedad.
Debo decir que me
quedé asombrada ¿Cómo era posible? Le di las descripciones del pequeño y la
señora empezó a llorar confirmando que efectivamente así había sido su pequeño.
Me contó entre
lágrimas que se llamaba Cristina, que habían huido de su tierra natal para buscar
un mejor futro pero le fue muy difícil, sobre todo porque en el viaje les
robaron todo y no conocía a nadie, el niño enfermó, los médicos no pudieron hacer
nada y simplemente un día murió en brazos de su madre. Ella recuerda que el
niño le dijo antes de morir que siempre la iba a cuidar.
La mujer se desmayó
en mis brazos, no supe que hacer, traté de buscar entre sus pocas pertenencias
algún documento pero no hallé nada.
La llevé al médico
y un buen hombre que por allí pasaba me ayudó. En el hospital la atendieron muy
bien, ella estaba cansada y con anemia… al cabo de 4 horas reaccionó, me
agradeció mucho y le pregunté por algún familiar. Me dijo que no tenía a nadie
y que el padre de sus hijos simplemente la dejó y
se casó con otra mujer.
Tenía tantos
sentimientos encontrados, ella estaba segura que era su hijo quien me había
guiado esa noche. Después de hacer algunas llamadas, como un milagro del
cielo una de mis amigas me dijo que
necesitaba una persona que la ayudara en la empresa que pensaba emprender en su casa, le expliqué la situación y
ella aceptó gustosa ayudarme, darle alojamiento y trabajo a Cristina.
Ya se imaginarán
como fue todo el proceso de recuperación, de apoyarla y que se adapte con mi amiga Adela. Todo fue tan rápido entre nosotras que no hubo tiempo para recordar nada más de
esa noche.
Hace días, cuando fui
a visitarlas porque Cristina había dado
a luz y ambas estaban ya instaladas en la casa de Adele, sorprendida frené de golpe el auto
porque volví a ver al niño frente a la casa de mi amiga y parecía que estaba
esperándome. Volví a ver esos ojos hermosos, no tuve miedo, bajé del auto y me acerqué. Él solo dijo -“gracias”-, yo le sonreí
y le dije -ve en paz pequeño, todo estará bien- y él respondió -lo sé-. y en un parpadeo solo desapareció.
Y yo sólo pude
llorar, era una mezcla de tristeza, de pena, de alegría, sentimientos encontrados hacia todas aquellas personas que viven desprotegidas en las calles.
Al sentirme mejor,
retomé la pequeña ruta y me recibió Cristina, al ver mi rostro me preguntó -¿volviste
a ver a mi hijo verdad?- Mi hijo querido,
él me cuidará siempre, lo he vito a través de la ventana, sus ojos me decían
que todo estará bien ahora- y le dije: -sólo me agradeció, él ya no volverá más, pero vive en tu corazón de madre y en el mío-.
Al llegar Adele se
lo contamos todo e hicimos una oración de agradecimiento por las
bendiciones y la vida que tenemos.
A mi amiga Adele le
va muy bien con su empresa, Cristina poco a poco se recupera, trabaja y estudia; su hija crece sana y hermosa.
Y yo, debo confesar
que mi vida cambió mucho desde aquel día en la pastelería, ahora valoro y agradezco mucho más cada día.
Autora: María Karla Becerra Cabanillas
Escrito en el año 2014
Imágenes utilizada de:
- https://es.123rf.com/photo_10120624_ilustraci%C3%B3n-de-una-mujer-que-compra-el-pastel-en-una-tienda-de-panader%C3%ADa.html
- https://es.123rf.com/clipart-vectorizado/hombre_comiendo_pastel.html
- https://www.istockphoto.com/es/vector/una-joven-embarazada-camina-por-el-parque-caminando-por-la-calle-el-concepto-de-gm1308557559-398501659
- https://www.freepik.es/vector-premium/mujer-joven-hablando-nino-lindo-conversando-burbujas-discurso_77332995.htm