Quise abrir la puerta rápidamente pues estaba muy cansada busqué por toda la cartera y no encontraba las llaves, la impaciencia parecía ganarme y dije: -tranquila… busca bien y no te alteres- (hace mucho comprendí que hablarme era un buen calmante); las llaves estaban en el bolsillo derecho de mi pantalón.
Entonces recordé que para no herirme más dejé todo, familia, amigos, trabajo, país… hasta mi aspecto exterior era otro, no más castaña, ahora pelirroja, no más faldas sólo pantalones, siempre gimnasio, comida sana… realmente era otra, pero aquella noche me sentía tan perdida, como una niña de 5 años que dejan por primera vez en el colegio y no sabe qué hacer, pensando que sus padres la dejan para siempre allí.
Luego de hacerme la respectiva consulta musitó: -ahora, te escucho- y se acomodó en sus silla tan despierto y concentrado como si fuera un psicólogo presto a escuchar al paciente; miré el reloj y eran las 12 de la noche, hora no apropiada para visitar, hora no apropiada para conversar y hora no apropiada teniendo en cuenta que al siguiente día tenía que trabajar. Debió haber leído mis pensamientos porque voz dulce comentó -jamás para hablar es tarde cuando la tristeza es grande y la confusión invade-
Mi celular dio la alarma de llamada, era un compañero de trabajo que me invitaba al cine con todos los demás por celebrarse el cumpleaños de Daniela, rehusé de inmediato (era lo que comúnmente solía hacer) disculpándome por tener otras actividades programadas.
- Eres muy joven aún, no mereces encerrarte y menos aún, seguir viviendo en un pasado que ya fue, lejano, que no volverá… lo que en realidad extrañas no es lo que dejaste, lo que en realidad extrañas es a ti misma disfrutando de la vida. Tal vez esperas que te pregunte ¿por qué no sales? ¿por qué no tiene amigos? ¿por qué sin estar sola estás sola? ¿qué o a quién esperas?, pero ninguna pregunta haré, menos te consolaré. Tú, ya no necesitas consuelo, estás muy crecida, muy madura y muy vivida para eso. Hija, la vida no es mejor o peor si te encierras en ti… la vida es vida siempre y cuando la vivas-.
De regreso a casa, decidí que iba a empezar a disfrutar de mi casa, de mis libros, de mi trabajo, de mis cosas y de mi vida. Nuevamente la alarma telefónica anunciando una llamada - ¿Aló? Buenas noches -
– Hola Lais, aunque sé que dijiste que tenías otros compromisos, igual llamo para informarte que cambiamos la hora para ir al cine, iremos a la última función ¿vienes?, Lais ¿estás?-
– Hola Daniela, sí, voy con ustedes, nos vemos a las 10, mi compromiso se canceló-.
Autora: María Karla Becerra Cabanillas
Escrito en el año 2013
Imagen utilizada de
https://www.pinterest.com/pin/140806230874543/
https://www.pinterest.com/pin/319755642304619619/
https://www.pinterest.com/pin/27303141483915659/